Hundida entre las profundas melodías de aquella canción nota
como su cuerpo se sumerge en la más oscura soledad. Un resbaladizo recuerdo
recorre su mejilla mientras sus ojos permanecen cerrados escuchando el
silencio.
Siente que cae, sin embargo permanece en el centro de su
cama agarrándose fuertemente a sí misma temiendo quedarse sola. Son tantas las
pequeñas cosas que le hacen a uno renunciar a todo. Son tantas personas las que
rompen a otras. Dicen que el odio es algo malo, que es una llama que arde en tu
interior avivando tus peores recuerdos y que acaba sacando lo peor de ti.
¿Cuántas veces habrá escuchado ya su canción? Ni ella misma
lo sabe. Lo que sí sabe es que no dejará de hacerlo mientras se sienta frágil. De
lo que está segura es que esperará.
Siempre ha pensado lo difícil que es describir una situación
cuando uno la está experimentando. Nota como su cuerpo se estremece ante el
tacto de sus frías manos que tan ajenas le resultan. Qué horrible sensación esa
de sentirse ajeno en tu propio cuerpo. Hay tantos ‘ojalá’ que grita desde su
interior…
Con pesadez, se incorpora de la cama acercándose a un gran
espejo. Toma un vistazo de su silueta y por último de su rostro. Cualquiera
adivinaría lo que por su mente pasaba a causa de aquel triste reflejo sin vida.
Pero no acaba ahí. Alarga su mano y atrae hacia ella una vieja caja de madera. Con
un pincel en la mano que lleva el color amarillo impregnado en su punta traza
una fina línea en su mejilla. Luego otra. Mientras cambia de color traza una
pequeña en la derecha. Un fino trazo abajo y, por último unos suaves toques
cerca de la comisura de los labios.
Cuando vuelve a mirarse en el espejo, aquel frío y vacío
reflejo se ha ido. Ahora ella es un lienzo en blanco que está a la espera de
ser pintado y la única persona capaz de hacer arte de ella no es más que ella
misma.
7 comentarios:
Marta, ¡me encanta! En serio, es preciosa la forma en que cuentas algo a fin de cuentas tan triste... y la foto que la acompaña, qué decir, ya sabes que soy seguidora de ellas, pero esta especialmente me encanta.
Me alegro de, bueno, el final del relato. Al final no queda otra, ¿no?
¡Un beso, bonita!
Me gusta el último párrafo... Nosotros mismos tenemos el pincel en nuestro poder para pintar nuestra vida y también elegir colores...
Besos.
Tus textos siguen causándome escalofríos por mucho que pase el tiempo.
La esencia de lo que escribes permanece intacta.
Por cierto, la foto es preciosa.
El valor que tenemos el que nos damos a nosotros mismos, y puede que de todo esto dependa la importancia de quererse a uno mismo.
Corriendo detrás del verano en http://albordedetucama.blogspot.com.es/
Vén y ayúdame a alcanzarlo, M.
Dios me has dejado sin palabras, escribes super bien y además el estilo de tu blog es muy peculiar.
Te sigo, pásate si quieres, un besito :)
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