The Edge Of Glory. Capítulo 1.

Capítulo 1. Lexi.
-¿Seguro que no quieres que te ayude?-Intenté convencerle con uno de mis famosos pucheros.
-Segurísimo. Ahora vete a tu habitación Lexi. No insistas. Me verás en cinco minutos.
-Pero Byron…-Se cruzó de brazos impaciente.-Está bien. Cualquier cosa ya sabes. Estoy a solo unos metros.
-Sí, ya lo sé Lexi. Adiós anda.
Me encaminé hacia la puerta algo preocupada. No me gustaba dejar a Byron solo y menos en esta nueva escuela, de la cual apenas conocía a nadie. Byron debió darse cuenta de que solo quería que estuviera bien y me retuvo entre sus brazos antes de que me marchara.
-Anda angelito. Vete ya.
-Ok. Captado.
Salí de la habitación con mi maleta y caminé por los ruidosos pasillos del instituto East Side. Apenas llevábamos unas horas allí y no me sentía a gusto. Aquel sitio no me daba buena espina y mi intuición nunca fallaba. La idea de tener que vivir en una habitación diferente a la de Byron se me hacía extraña. Bueno, no es que en su casa pudiera vivir en la misma habitación que él. Sus padres me habrían matado si lo supieran pero, conseguíamos que pudiera entrar sin que se enteraran y podía pasar la noche con él. Cuidándole. Tal vez esto suene raro. Incluso pensaréis que Byron y yo estamos saliendo o algo parecido pero, la realidad es muy distinta. Ángel guardián. Eso era más bien lo que era para Byron. Hacía exactamente 16 años que yo había sido creada por nuestro Señor para cuidar de un bebé, en mi caso, el pequeño Byron.  Cuando me asignaron a él había cumplido 6 años. Sus verdaderos padres murieron cuando él tenía tan solo 3 años, así que una familia que llevaba tiempo queriendo adoptar a un bebé, lo escogió. Él piensa que son sus padres. Nunca le he dicho que en realidad los suyos están muertos. La muerte no es nada malo. Tu alma se queda con Dios para siempre pero no podía hacerle eso  a Byron. Recuerdo perfectamente el día en el que nos conocimos. Jugaba en un parque, cuando aparecí. Se había hecho una herida en la rodilla y sus padres adoptivos no aparecían. Me acerqué a él con cuidado. Tenía miedo de lo que podría pensar de mí. Era mi primer protegido en mucho tiempo. Me agaché a su lado y coloqué mi mano en su rodilla. Al instante, su herida sanó. Byron me miró asombrado y con lágrimas secas en sus mejillas pero, no había ni rastro de miedo, solo la sonrisa de un niño pequeño al haber encontrado a su nueva mejor amiga.
-Soy Byron. ¿Quieres que seamos amigos?-Sus ojos marrones me miraban agradecidos.
-Claro. Yo soy Alexia y voy a ser algo más que tu amiga. Seré tu ángel guardián. Nada malo te pasará mientras esté contigo.-Me dio su mano y juntos jugamos como si nos conociéramos de toda la vida.
Por aquel entonces no sabía si Byron entendía la magnitud de aquella promesa pero, ahora, sabía que él era consciente de aquello. Él me consideraba más como una hermana pequeña a la que cuidar, aunque cierto era, que la que cuidaba de él era siempre yo.
Choqué con alguien sin darme cuenta y perdí el equilibrio precipitándome a un lado con mi maleta.
-¿Estás ciega o qué te pasa?-Un chico de cabello rubio y ojos verdes me miraba enojado.
-Lo siento. Y tú podría ser más amable, ¿sabes?-Me incorporé sin su ayuda.
Por un segundo sus ojos verdes encontraron los míos y no pude apartarlos.
-¿Con una novata? No es mi estilo. Adiós.-Se marchó con un gesto de su mano.
Me sacudí los vaqueros que llevaba y cogí mi maleta en dirección a mi habitación. Desde luego, aún no me acostumbraba a algunos comportamientos humanos, aunque sí que me dejaba llevar por ellos en más de una ocasión.
144. Llamé a la puerta. Escuché un estruendo del interior y abrí la puerta. Una chica se encontraba en el suelo. Juraría que se había caído.
-¿Estás bien?-La ayudé a levantarse.
-¡Guau! Menudo tortazo. ¡Hola! Tú debes ser…-Intentó acordarse de mi nombre si es que alguna vez lo había sabido.
-Lexi.-Le tendí la mano.
-¡Ah, sí! La nueva. Yo soy  Georgia.
-¿Qué estabas haciendo?
-Pues intentaba coger una cosa de la estantería de arriba que no sé cómo llegó allí pero, no llegaba y justo cuando la tenía me caí.-Dijo algo avergonzada.
-Jajaja. Yo también suelo caerme tranquila. Soy muy patosa.-Genial. Creo que me había excedido en dar detalles. Si algo no era, era patosa.
-Creo que me caerás bien Lexi. Me alegra tenerte a ti de compañera y no a alguna esnob como Elizabeth.-Se metió los dedos en la boca como si fuera a vomitar.
-¿Quién es?
-La reina del instituto según ella y su séquito pero bueno, si no te juntas con ella no tendrás problemas. Mejor pasar desapercibida. –Se tumbó en la cama y se puso a leer una revista.
Cogí mi maleta de la puerta y la puse en mi cama. Al abrirla vi a Georgia incorporarse. Tal vez la curiosidad podía con ella.
-¡Donde están mis modales! Deja que te ayude Lexi.-En un segundo estaba a mi lado.
-Gracias pero, no hace falta.
-Oh venga, no ofrezco mi ayuda a cualquiera. Aprovéchala.-Guiñó un ojo.
-Jajaja. Está bien.
En unos diez minutos habíamos desecho mi maleta y guardado la ropa en los cajones.
-¿Sólo traes ropa?
-Bueno, también traigo una foto. –Me sonrojé.
Saqué un marco de plata de un bolsillo de la maleta y lo deposité en la mesita de noche que se encontraba al lado de mi cama. Georgia se acercó y miró quiénes salíamos en la foto.
­-¡Guau! ¿Quién es ese bombón?-Dijo acercándose la foto tanto que supuse que ni la estaba viendo bien.
-Es Byron. Mi am…-Me callé. Según los padres de Byron yo era su novia. Estaba claro que no sabían nada de lo que en realidad pasaba pero, no podía dejar que cada uno pensara una cosa distinta.-Es mi novio.
-Definitivamente creo que me vas a caer genial chica.-Georgia dejó la foto en su sitio y me sonrió divertida.
-Yo también pienso que nos llevaremos bien.
Georgia era distinta a otras chicas que había conocido antes. Parecía simpática. Llevaba su pelo castaño peinado alborotado y sus ojos eran de un azul tan intenso que no podías dejar de mirarlos.
Pasamos unas horas en la habitación conociéndonos mejor. Georgia era una chica para nada tímida y muy extrovertida. En unos pocos minutos ya sabía que se había mudado 3 veces, que los tíos con los que había salido eran imbéciles, que sus padres eran demasiado sobreprotectores  y que odiaba el instituto y a Elizabeth por encima de todo. De mí no le dije gran cosa, solo que había estado con Byron desde que éramos pequeños así que ella entendió que nos unía un vínculo muy fuerte. A las 10, se había convocado una reunión en el salón de actos para dar la bienvenida a los alumnos nuevos e iniciar el nuevo semestre.
Georgia me acompañó hasta el salón de actos, ya que todavía no sabía moverme por el instituto. Cuando llegamos vi al chico rubio con el que me había chocado por la mañana. Llevaba una camiseta holgada y unos jeans rotos que le quedaban algo grandes.
-Es Izan. Lo sé yo también moriría por él. Está como un tren pero, ninguna chica es de su agrado. Ni si quiera Elizabeth. Já, por eso me cae tan bien.
Izan. Su nombre retumbó en mi cabeza durante unos segundos antes de que alguien me tocara el hombro. Me giré para encontrarme con Byron.
-Byron. –Lo abracé.
-Hey pequeña, ¿qué tal tus 3 horas sin mí?-Sonrió divertido mientras me alborotaba el pelo.
-Las he llevado bien. Mira, esta es Georgia. Mi compañera de habitación. Georgia, este es Byron.-Los presenté.
-Encantado señorita.
-Lo mismo digo.
Nos giramos en dirección al escenario cuando escuchamos la voz del director Norman sonar por megafonía. Era un hombre corpulento que llevaba sus gafas atadas a un cordel alrededor del cuello. Su voz grave sonaba por cada rincón de la sala, dando la bienvenida al nuevo curso escolar.
-Antes de nada, me gustaría dar la bienvenida a los nuevos alumnos que nos acompañarán este curso. Espero que sus compañeros les ayuden a integrarse en nuestra gran familia. No tengo que recordarles las normas del centro, así que, a cualquiera que las quebrante, se le impondrá un severo castigo.-Su mirada pareció centrarse en Izan, aunque no lo logré saber con certeza.-Bueno, no quiero entretenerles antes de su último día para disfrutar sin clases. Salgan y pásenlo bien. Gracias y buenos días a todos.
El salón de actos aplaudió perezosamente ante el discurso del director Norman. Byron, Georgia  y yo nos dirigimos al jardín que había fuera del instituto. Era bastante amplio, así que allí se reunían todos los alumnos para almorzar, intercambiar chismorreos y jugar al baloncesto.
Los 3 nos acomodamos debajo de un gran árbol que estaba apartado de la puerta principal. Georgia se apresuró a sacar de su mochila su almuerzo, que estaba formado por dos sándwiches, una coca-cola, una ensalada y creí ver pudding como postre. Byron y yo solo tomamos un sándwich, no solíamos comer mucho.
Fue en ese momento cuando lo oí…
-¡Cuidado!
Cuando giré la cabeza me encontré con un balón girando a demasiada velocidad hacia Byron. Rápidamente alargué la mano y usé uno de mis dones para frenarlo, haciendo que apenas llegara con suficiente fuerza como para hacerle daño.  Byron me miró con los ojos abiertos de par en par y en ellos, reflejados el temor de que me hubieran visto. Poco a poco, empecé a tener esa misma sensación, hasta que un grupo de chicos se acercaron entre risas.
-¡Hey! ¿Estás bien?-Se dirigían a Byron.
-Sí. Deberíais tener más cuidado.
-¿Por qué? Si ya tienes a tu novia para salvarte el culo jajajaja.-Todos estallaron en carcajadas y sus incesantes bromas empezaban a sacar a Byron de quicio. Podía notarlo.
-Sam, ¿podéis iros tú y tu grupo de idiotas a molestar a otra parte?-Georgia intervino.
-Claro. Cuidad de Byron, ¿eh chicas?-Nos guiñaron un ojo y se marcharon entre risas.
-Idiotas.-Bufó Georgia.-No les echéis cuenta.
Byron tenía las manos apretadas en puños. Me acerqué a él y le puse una mano en el hombro.
-Oye no…-Comencé a decir.
-¡Cállate! ¿Quieres? Estoy harto de que tengas que protegerme todo el día, ¿sabes?-Se sacudió mi mano de encima.-Me largo.
-Pero Byron yo…solo.-Balbuceé al borde de las lágrimas.
Mientras observaba cómo se iba, noté que alguien estaba mirándome, escrutándome. Parpadeé varias veces para borrar los rastros de lágrimas de mis ojos y pude ver aquellos ojos verdes que me resultaban tan familiares. Izan.

No hay comentarios: