The Edge Of Glory. Capítulo 10.

Capítulo 10. Lexi.

El viento mecía los mechones de mi ondulado pelo. Estaba sumida en un sueño del que no quería despertar.  El vaivén del coche de Izan me hizo volver por un momento a la realidad. Izan aparcó delante del instituto, junto a una palmera que había en la entrada.
-Bueno, ya hemos llegado.
-Sí. Me lo he pasado bien jajaja.
-Y yo. Gracias por ayudarme a cuidar esos monstruitos.
-De nada. Ya nos veremos.-Puse la mano sobre la puerta para abrirla pero, Izan echó el seguro. Me volví a mirarle. Tenía esa sonrisa torcida suya aflorándole en la cara.
-¿No te despides?-Se acercó a mí tanto que sentí su cálido aliento cerca de mi cuello.
Nos acercamos lo suficiente como para besarnos, aunque, algo nos interrumpió. Unos golpes en la puerta me sobresaltaron. Cuando me giré para ver quién era descubrí que Byron estaba al otro lado con la mirada cargada de lo que me pareció odio.
Vi a Izan apretar la mano alrededor del seguro antes de quitarlo. Byron se apresuró a abrir la puerta de mi asiento y me ayudó a bajar. Apenas pude despedirme con la mano de Izan, ya que Byron me arrastró literalmente hacia una parte alejada fuera del campus.
-¿Dónde estabas?-Parecía más una exigencia que una pregunta.
-Salí por ahí. ¿Tan malo es?
-¡Pues sí! Si no me dices donde vas, ¿sabes? Estaba preocupado.-Sus hombros se relajaron un poco.
-Te recuerdo que la que tiene que tenerte vigilado soy yo. No debes de preocuparte por mí. Estoy perfectamente.
-¿Qué hacías con Lauper por ahí?
-Fui a… ¿A ti que te pasa? ¿También tengo que contarte todo lo que hago ahora?-Mis mejillas me ardían. Estaba furiosa.
-Solo he preguntado pero, tu reacción creo que me aclara lo que habéis estado haciendo.-Sus ojos me miraban perdidos.
-No sé a qué te refieres. Solo cuidamos a sus hermanos. Su madre no podía encargarse de ellos hoy. Yo me ofrecí a ir.-Le aclaré.
-Se me ha hecho tarde… adiós Lexi.
Byron se alejó a través del largo pasillo, perdiéndose entre algunos alumnos que quedaban desperdigados. Me marché a mi habitación. Inexplicablemente, el dolor de cabeza volvió a apoderarse de mí. Sentí de nuevo, cómo me mareaba. Al entrar, encontré a Georgia de espaldas con algo en las manos. Inmediatamente, lo guardó y salió a mi encuentro.
-¿Qué tal con Izan? ¿Bien? ¿Genial? ¿Perfecto?
-Eres una cotilla, ¿no?-Sonrió y rodó los ojos.-Perfecto.
-¡Oh! Cuenta, anda.-Señaló un lado de su cama para que me sentara.
Pasamos segundos, minutos, horas…hablando de lo que supuse serían cosas de chicas. Realmente, creía que Georgia era, como dicen los humanos, mi mejor amiga. El dolor remitió a los pocos segundos de estar con ella. Era un alivio pensar que no me pasaba nada grave. Al menos por ahora.  Georgia se estiró a mi lado y buscó entre sus cosas. Sacó su neceser.
-Voy a darme una ducha. Lo necesito. Y creo que tú deberías hacer lo mismo. Te veo luego.-Salió de la habitación dando un portazo.
Me removí en su cama. Recogí un poco el desorden de nuestra habitación y me preparé para ir a los vestuarios a ducharme. Todo parecía tranquilo. El pasillo estaba en silencio. Llegué sin problemas al baño. Me deshice la ropa en poco tiempo y abrí el grifo. Mis alas no tardaron en aparecer y desplegarse. Lucían algo menos brillantes de lo normal. Las acaricié varias veces. Luego decidí que pronto tendría que salir para volver a usarlas después de tanto tiempo.
Izan.
Llevaba dándole vueltas al colgante horas. Lo había sacado de la guantera después de que Lexi se marchara. Pretendía arrojarlo en algún sitio donde nadie lo encontrara pero, mi parte sensata me obligó a no hacerlo. Decidí guardarlo en mi bolsillo trasero del pantalón.
Salí de mi habitación, bien entrada la noche. Deambulé por los pasillos sin pensar en nada concreto. Un ruido me sobresaltó. Fue como una especie de grito ahogado. Pensé que me lo había imaginado pero, cuando oí unos pasos acercándose eché a correr lejos de allí. Después de girar una esquina la vi. Lexi caminaba despreocupada con un reproductor de música colgado de su cuello. Tarareaba una canción. Su voz no parecía humana cuando cantaba. Me olvidé completamente de los pasos y los gritos. Habrían sido algunos idiotas haciendo tonterías. No se había percatado de que estaba allí observándola. Me acerqué con cuidado de no hacer ruido. Puse mis manos en uno de sus cascos y lo retiré de su oído.
-Creo que no te despediste.-Susurré haciendo que se sobresaltara. Retiró el otro casco y los guardó en su bolsillo. Se rió por lo que había dicho.
-Me raptaron. No pude volver.-Se burló.
-¿Quién? ¿El psicópata asesino?
-Jajaja. Ese mismo. No veas lo que me costó escabullirme de él.-Me siguió la corriente.
-Aun así, me debes una despedida digna de mí. He esperado horas, que lo sepas.
Bajó la cabeza avergonzada y se mordió el labio reprimiendo una sonrisa juguetona que amenazaba con delatarla. Luego, sus claros ojos se fijaron en mí. Se acercó más a mí y sentí sus dulces labios junto a los míos. Mis brazos rodearon su cintura instintivamente y sus manos fueron a parar justo detrás de mi cabeza. Todo se desvaneció. Nunca había me había sentido como esa vez. Pensé que nunca superaría lo de Eve pero, Lexi era diferente.
-Ejem.-Un carraspeo nos interrumpió.
Lexi se separó un poco y miró quién era el que había carraspeado. Cuando vimos a Georgia, nos relajamos. Lexi se sonrojó y miró hacia otro lado. Yo en cambio, la miré despreocupado y sonriente; sin embargo, la sonrisa de nuestra amiga desapareció tan pronto como había llegado. Vi que sus ojos fueron a parar durante un segundo escaso a mi cuello. No sabía si aquello significaba algo pero, lo dejé pasar. Le di un beso en la frente a Lexi y me despedí de Georgia con la mano antes de marcharme de nuevo a mi habitación.
Tumbado en mi cama, soñé con aquellos gritos que había escuchado horas antes. No dejaban de perseguirme por un bosque oscuro. Hasta que una luz blanca, apareció y todo se desvaneció.

No hay comentarios: