The Edge Of Glory. Capítulo 7.


Capítulo 7. Lexi.
Nunca me había tan impotente como ahora. Quería haber besado a Izan pero…eso solo complicaría las cosas. Llegaba tarde a la reunión. Avancé corriendo hacia la cafetería.  Allí estaban. Sentados en una mesa al fondo, me miraban a través de sus capuchas. Crucé el pasillo y me senté junto a ellos.
-Alexia. Llegas tarde. No es propio de ti.-Hunter habló primero. Era el jefe, por así decirlo de los ángeles guardianes.
-Lo siento. Me entretuve…
-Bueno. Supongo que sabes por qué hemos venido.-Asentí.- ¿Cuándo lo sentiste?
-Pues, hace un par de días. Estaba dentro del instituto. No le vi. Era muy rápido.
-Debes andarte con cuidado. Si está por aquí, quiere decir que sabe que hay uno de nosotros y su protegido. No se detendrán si le buscan a él Alexia.
-Lo sé. Estaré todo el tiempo que pueda con Byron. No le pasará nada conmigo aquí.-Dije firme.
-Eso quería oír. No quiero que nada te distraiga de esto. Si pasara cualquier cosa, llámanos. Eres de nuestros mejores ángeles. No nos defraudes.-Se levantaron y desaparecieron silenciosos por la puerta. Me hundí en mi asiento.
Sé que debería estar yendo al lado de Byron pero, solo podía pensar en Izan. En la sensación que me produjo cuando me sujetó, cuando sus ojos verdes se perdieron en los míos, cuando casi me besó…Me odiaría por salir de allí corriendo. Estaba segura.
Encontré a Georgia en nuestra habitación. En cuanto entré, guardó corriendo algo que tenía en la mesa y me sonrió como si nada.
-¿Qué tal ha ido con el chico de ojos verdes?-Me miró curiosa.
-Pues…mal.-Caí en la cama y me llevé las manos a la cara ocultándosela a Georgia. Las lágrimas amenazaban con salir. No quería que me viera llorar.
-¿Cómo que mal? Si estabais genial cuando me fui.-Parecía enfadada.
Me encogí de hombros.-Me marché cuando estaba a punto de besarme.-Silencio. Abrí los ojos y miré a Georgia, que me escrutaba con la boca abierta.- ¿Tan malo es?
Se quedó un rato en silencio. Mirando a la nada. Eso me puso cada vez más nerviosa. “Di algo” Me decía a mí misma. Notaba el sabor de la sangre en mi boca, me estaba mordiendo el labio con demasiada fuerza.
-Debes disculparte Lexi. No sabes por lo que él ha pasado.-Sus ojos se volvieron vacíos.
-No entendí eso. ¿Qué le ha pasado?
-Habla con él. Si no se decide a decírtelo, yo misma te lo diré.-Cogió sus cosas y salió de la habitación.
La habitación se quedó en silencio por unos momentos. Era tarde. Si quería hablar con Izan, debía ser inmediatamente. El pasillo estaba oscuro. Algunos alumnos entraban rezagados en sus habitaciones. Pasé por delante de la habitación de Byron. La puerta estaba entreabierta. Iba a asomarme pero, no podía entretenerme más. Doblé la esquina y vi la habitación de Izan. Llamé suavemente. Nadie contestó. Me senté a un lado de la puerta esperando que pronto regresara. Escudriñé la oscuridad del pasillo cuando oí ese ruido ensordecedor de nuevo. Me incorporé de golpe y, cuando iba a salir tras ese extraño sonido, alguien me llamó.
-¿Lexi?-Era la voz de Izan.
Allí estaba él. Con unos jeans holgados y una camiseta blanca ajustada. Sus ojos lucían brillantes, como si hubiera llorado hace poco. Di un paso hacia él vacilante. Él no retrocedió, aunque apartó la mirada de mí. Tartamudeé varias veces antes de conseguir hablar claramente.
-Yo…Izan de verdad que lo siento.-Sus ojos se centraron en los míos.-No debí haberme ido así pero, es que llegaba tarde a un sitio que…
-¿Tarde? Lexi, por favor. ¿Qué habrían sido 5 minutos más?-Suspiró y se llevó las manos detrás de la cabeza.
-No podía retrasarme más. Tú no lo entiendes, ¿vale?-Resoplé.
-Lexi, no te engañes, ¿quieres? Sino querías besarme pues dímelo.
Iba a protestar ante su comentario cuando noté un dolor agudo en mi mejilla. Izan me miraba con los ojos muy abiertos. Su expresión mostraba incertidumbre.
-¿Cómo es que acabas de hacerte un corte ahí? No has hecho nada para cortarte.-Su voz temblaba un poco.
Si tenía un corte, eso significaba que…
-¡Byron!-Dejé a Izan atrás en cuestión de segundos y me precipité a su habitación. La puerta estaba igual que antes. Entré pero, nadie estaba allí. Cerré los ojos y usé mi don.
-Tú ángel no está aquí. Nadie te protegerá.-Una voz quebrada y ronca hablaba con dificultad.
-Lo prefiero. Al menos no la tocarás.
“La piscina”. Corrí a través de pasillos infinitos y enrevesadas escaleras antes de llegar allí. Todo estaba en silencio. Abrí la puerta que conducía a los vestuarios y fue cuando los vi. Una criatura enorme se erguía delante de Byron. Él, apoyado sobre unas taquillas, la miraba desafiante. Debía de ser una quimera. Tenía una cabeza de lobo prominente con unos oscuros ojos rojos. Su cuerpo se curvaba a la altura de la espalda. Estaba de pie, apoyada sobre sus patas traseras. Sus patas delanteras poseían unas garras largas y afiladas que apuntaban a Byron. Entonces, vi su corte en la mejilla. El mismo que el mío. Esa quimera debía de habérselo hecho. Debía alejarla de Byron o sino, lo destrozaría en pedazos en cuestión de segundos.
-¡Hey!-La mandé al otro lado del vestuario haciendo que chocara contra las taquillas de los vestuarios ruidosamente.
Se incorporó de golpe. Gruñó. Apoyó su enorme peso en sus cuatro patas y me miró con esos horribles ojos inyectados en sangre. Avanza veloz hacia mí. Creo que puedo esquivarla. Lo consigo. Veo a Byron intentando coger algo para golpearla. Uso mi don y lo empujo hacia una cesta llena de toallas. No quiero que se haga más daño.  En ese descuido, la quimera me golpea. Caigo con un estruendoso golpe. Veo que me ha arañado el costado. Gimo. Estoy demasiado herida para levantarme. Ella se acerca pasiva para acabar lo que había empezado pero, entonces, yergue la cabeza como si hubiera ido algo. Bufa frustrada y se aleja con pasos veloces. Mi respiración se vuelve normal, aunque el dolor es demasiado. Byron se acerca y examina mi herida.
-¡Oh dios mío! Lexi, lo siento. Lo siento mucho.-Mueve las manos sin saber qué hacer.
-Está bien Byron. Sanará dentro de poco.-Intento incorporarme pero, él me sube a sus brazos.-Vamos a tu habitación. Necesitamos curarnos esto pronto.
Puso rumbo a su habitación. Lo noté algo tenso. Supuse que era normal después de lo que había pasado. Yo estaba igual, aunque por distinta razón. Izan había visto cómo se hizo el corte en mi mejilla sin ninguna explicación. Esto solo podría traer problemas.

No hay comentarios: