The Edge Of Glory. Capítulo 6.

Capítulo 6. Lexi.
-Créeme. Ha sido el mejor espectáculo que he visto en mi vida.-Will se reía a carcajadas.
-Muy gracioso.
-Oh, venga Alexia. No te enfades conmigo. La culpa fue de Byron. Todos lo sabemos.
-¿Qué? ¡Y una mierda! Fuiste tú al entrar de repente. Me despistaste eso es todo.-Se disculpó.
-Os recuerdo que la que se ha paseado en pijama por el instituto he sido yo. ¡Me da igual quien fuera!-Me crucé de brazos y fingí enfadarme.
En realidad, después de haber pasado el día con ellos dos, supe que no me podía enfadar por aquello. En parte había sido mi culpa.  Además, tenía cosas de las que preocuparme. A la salida de clase, había encontrado una nota en mi taquilla. “Reúnete con nosotros en la cafetería delante del campus.” En la esquina inferior derecha había una firma. Una especie de símbolo que representaba una pluma dividida en dos partes. La inferior estaba quemada, la superior lucía toda una serie de suaves y bellas plumas. Reconocería ese símbolo en cualquier sitio. Era nuestro emblema. El de los ángeles.
-¡Lexi!-El sonido de la voz de Byron me devolvió a la realidad.
-Perdona. ¿Qué decíais?
-Que vamos a ir el viernes al cine a ver una película. ¿Te vienes?
-¿El viernes?-Había quedado con Izan. Lo olvidé por completo.-Creo que no, es que, ya he quedado.
-¿Ah sí?-Byron me miró extrañado.- ¿Con quién?
Le mantuve la mirada un rato. Supuse que en el fondo sabía que era a Izan al que iba a ver pero, no dijo nada.
-¡Lexi! ¡Ven corre!-Oí la voz de Georgia llamándome desde la puerta del comedor.
-Tengo que irme. Adiós chicos.
Me levanté corriendo y fui con ella.
-Gracias Georgia me has salvado el cuello.-Suspiré.- ¿Qué querías?
-Oh, nada en realidad. Vi que tenías apuros y aquí estoy yo. Tu salvadora. De nada.
-Te daría un beso ahora mismo.-Ambas nos reímos.
Caminamos fuera del campus.  Nos sentamos en un banco a la sombra en frente de la pista de baloncesto. Varios chicos jugaban allí.
-Me encanta venir aquí. ¿A ti no?-Georgia agitó la mano al lado de su cara para darse aire. Entendí su ironía.
-Creí que te gustaba Josh.
-Oye, yo soy libre de mirar.-Se giró y los siguió viendo jugar.- ¡Anda! Si allí está Izan.
Levanté la cabeza y miré donde su mano señalaba. Izan acababa de sentarse en una esquina de la pista. Estaba sin camiseta. Me sorprendí a mí misma mirando de nuevo sus definidos músculos. Georgia debió de darse cuenta y lo llamó. Él levantó la cabeza y nos miró. Más bien, diría que me miraba a mí. Pasaron unos segundos interminables hasta que se levantó y se dignó a venir hacia donde nos encontrábamos.
-Hola chicas.-Sonrió llevándose las manos a los bolsillos de sus pantalones.
-Así que…jugando al baloncesto, ¿no?-Le dijo Georgia.
-Es algo obvio, ¿no crees?-Se burló de ella. Se giró y me miró.-Os hecho un partido. ¿Qué me decís?
-Que te ganaremos.-Me reí de él y salí corriendo hacia la pista, seguida por Georgia.
Izan nos siguió hacia la pista y allí jugamos durante una hora o así. Sorprendentemente, se me daba bastante bien jugar al baloncesto, al igual que a Georgia. Éramos bastante ágiles a la hora de quitarle el balón, cosa que hacía que Izan se enfureciera. En la última jugada, conseguí arrebatarle el balón y avancé hacia la canasta. En el momento en el que el balón dejó mis manos avanzando hacia el aro, noté que alguien me cogía por la cintura y me subía a sus hombros. Izan.
-¡Ah! ¡Suéltame! Izan, por favor.-Patalee intentando zafarme de su agarre.
-Nunca. Me has deshonrado por ganarme. Ahora sufrirás.-Su risa se mezcló con la mía. Cuando me di cuenta, Georgia ya no estaba allí.
*****
Izan.
Hacía bastante tiempo que no me sentía tan…vivo. Jugando el partido conseguí olvidarme de todos mis problemas. Solo existíamos ella y yo. Ahora la tenía sobre mi hombro forcejeando para soltarse sin conseguirlo. Ambos nos reíamos.
-¡Ah! ¡Suéltame! Izan, por favor.
-Nunca. Me has deshonrado por ganarme. Ahora sufrirás.
Di varias vueltas con ella a cuestas, hasta que acabamos algo mareados. Cuando la bajé, casi se cae. Mis manos descansaban de nuevo en su espalda. Noté cómo se tensaban sus músculos y cómo un tono rosado adornaba sus mejillas. Sonreí. Acorté la distancia que separaba nuestros rostros. Sentí su cálida respiración más cerca. Iba a besarla…cuando se apartó.
-T-tengo que irme. Lo siento.-Fue lo último que dijo antes de marcharse corriendo lejos de mí.

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