The Edge Of Glory. Capítulo 13

Capítulo 13. Lexi.

Toda la habitación parecía dar vueltas. Byron estaba frente a mí examinándome las heridas. Cuando tocó uno de los cortes que estaban cerca de la boca proferí un grito ahogado.
-Necesitas descansar Lexi. Sino no podrás curarte eso. Y tiene mal aspecto.-Dijo dándome un apretón de manos.
-No puedo descansar. He dejado a Izan allí, sin explicación ni nada. Me va a odiar.-Rectifiqué.-Me odia. Derramé varias lágrimas que se introdujeron en las grietas que habían dejado las magulladuras, haciendo que el dolor se agudizara.
-¿Qué te importa lo que piense ese tío? Es imbécil.
-¡Cállate! No sabes nada de él.
-¿Y tú sí?
-Créeme.-Dije cortante.-Voy a buscarlo.
Su brazo me detuvo. Me cargó en su hombro con cuidado y me dejó en la cama. Sabía que resistirme no iba a servirme de nada, así que, me limité a tragarme mis lágrimas y a soñar que nada de esto había pasado.
****
A la mañana siguiente estaba hecha polvo. Me dolía cada músculo, hueso y célula de mi cuerpo pero, me sentía capaz de curarme las heridas. Byron estaba en la silla mirándome preocupado. Sabía que ayer me había pasado un poco con él aunque insultara a Izan. Se sentía culpable por lo que me pasaba y no quería preocuparle más tiempo.
-Creo que puedo curarme ya.
-¿Segura? Puedes seguir durmiendo si quieres, aún es temprano.
-No, estoy bien.-Me coloqué delante del espejo del armario de la habitación y observé mi rostro demacrado. Tenía un aspecto horrible. Puse mi mano sobre uno de los cortes y poco a poco fue sanando. Tuve que hacer breves descansos entre cura y cura, ya que me dejaban agotada. Cuando acabé, apenas eran unas pequeñas líneas algo rosadas. Suspiré.
-Mucho mejor así.
Me giré hacia Byron satisfecha pero, sus ojos estaban muy abiertos. Parecía asustado o temeroso por algo. Antes de que pudiera preguntarle nada, contestó como si me hubiera leído el pensamiento.
-Tus heridas están curadas…
-¿Y?-No entendía a donde quería llegar.
-Que Izan te vio ayer con la cara llena de cortes… ¿qué pasará hoy cuando te vea?
Iba a responder pero, no tenía una respuesta. El mundo se me vino encima. La había cagado. Había metido la pata hasta el fondo. No sabía qué hacer. Estuve dando vueltas por la habitación frenéticamente.
-Lexi, siempre podemos marcharnos de aquí, irnos a…
-¡No! Ya sé que a tus padres no les importaría que nos cambiaran de instituto pero, no pienso irme Byron. Si lo he estropeado, voy a arreglarlo.
-Ah sí, ¿y cómo? Si se puede saber.
-Pensaré en algo.
Salí de allí apresuradamente y busqué a Izan en su habitación. De nuevo, nadie contestó. Pensé que podía estar fuera, en la cancha, o simplemente pasando el rato pero, no hubo suerte. Eché la cabeza hacia atrás frustrada y divisé algo en el tejado. “Claro”. Mi cerebro encajó todas las piezas sueltas y corrí sin detenerme hasta donde le había visto, el piso de arriba. Me detuve delante de la verja que abrió aquella noche Izan. Estaba entreabierta. La abrí del todo y emitió un sonido estridente y chirriante. Subí los peldaños y me topé con Izan. Casi me precipito escaleras abajo pero, su mano rodeó mi cintura y me pegó a él evitando que me hiciera más daño. No sé cuánto tiempo estuvimos así, mirándonos sin decir nada pero diciéndonoslo todo. Pensé que Izan me preguntaría por los cortes, sobre quién me los había hecho y cómo es que ya no estaban allí. No fue así. Se acercó más a mí y noté sus cálidos labios presionando los míos. La urgencia del beso era evidente. Mis manos pasaron por sus hombros y terminaron en su nuca, atrayéndolo más a mí. No quería que este momento acabara. Quería que el tiempo se parara. Deseaba que hubiera un botón de pausa para poder vivir más tiempo este momento. Se separó poco a poco y me observó detenidamente. Su mandíbula se tensó. No podría ocultar más tiempo aquello.
-Izan, puedo explicártelo.
-¿Puedes?
-Verás yo… Byron no me hizo aquello, ¿vale? No le eches las culpas a él, ya se siente suficiente culpable por mi torpeza.
-¿Por qué no tienes los…-Dejó la pregunta en el aire.
No tenía respuesta, así que permanecí en silencio. Imaginé a Izan enfurecido marchándose de allí sin querer saber nada de mí mientras yo me echaba a llorar. A Izan asustado por mi pronta mejoría saliendo corriendo de allí mientras yo lloraba dolida. Daba igual cual fuera su reacción, sabía que al final, lloraría por él.

2 comentarios:

Bi dijo...

Jo, me encanta Bayron, me gusta más que Izan ¬¬
Muy chula tu historia^^

Marta. dijo...

jajaja gracias :D besitos